jueves, 20 de enero de 2011

¿Qué hacemos con las drogas?


Articulo 1058

Juan Pablo García Vallejo
Ciudad Universitaria, a 19 de enero e 2011.- Esta es una pregunta que se hacen a diario millones de mexicanos por el gravísimo problema de violencia incontrolable e inestabilidad política que ha creado el mercado ilegal de drogas en México en los últimos años. Y este clima catastrófico y costosísimo en términos económicos, perdida de paz social y de vidas humanas tiene una solo respuesta: despenalizar las drogas para acabar con la distopia y la tanatocracia impuesta por los poderes facticos del narcotráfico.
Esta pregunta fue formulada por el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente en su conferencia magistral ¿Qué hacemos con las drogas? Dentro del III Simposio de Los retos de la salud en México, que dicto ante un auditorio de científicos, médicos, y alumnos de esta máxima casa de estudios.
En la presentación el director de la Facultad de Medicina, Enrique Graue Wiechers explicó que es una necesidad que la UNAM discuta este tema social porque hace 100 años el uso de drogas no está prohibido, que la prohibición estatal al consumo de drogas comenzó en la segunda década del siglo XX y por lo que hay que reconocer que la drogadicción es un problema de salud que crea 200 mil muertes al año (ninguna relacionada al consumo de marihuana, hay que añadir) y su prohibición son fenómeno reciente. Luego señalo que “rara vez oímos la voz médica, hemos perdido presencia”.
Antes de comentar lo que expuso el doctor de la Fuente es necesario recordar ¿Cómo sucedió este secuestro del consumo de drogas como un problema de salud a ser un problema criminal? Lo que sucedió tanto por la condena internacional e drogas que comenzó en 1915 por los países del primer mundo y que México continúa con la crimi9nalziación ya en la Constitución de 1917. Cuando un grupo de diputados promovieron la criminalización para prevenir la degeneración de la raza y por otra, para distanciase o diferenciarse de la política liberal o de tolerancia al consumo de drogas durante la dictadura de Porfirio Díaz, en la que se vendían en farmacias, boticas y droguerías, así como en los mercados públicos a precios accesibles y sin receta médica. Esta Constitución mexicana que se considera ejemplar en el mundo llevó a la sociedad mexicana a dejar crecer el contrabando de drogas y ahora el dominio de los carteles de la droga en muchas áreas de la sociedad.
Las convicciones políticas de la criminalización las drogas no impidió la degeneración de la raza pero nos entregaron a un mal mayor: la corrupción, entre traficantes y las policías, y la neutralización de las opiniones médicas. Como lo explico en mi libro La disipada historia de la marihuana en México, 1942-2010.
De inició el ex rector de la Fuente señalo que el consumo de drogas debe dejar de ser un tabú, una prohibición o algo que se sabe pero nos e dice “porque hay un tabú, se pregunta, porque se le identifica con el crimen, se asumen posturas a priori con poca información por razones religiosas, morales, económicas y se sesga la información".
Por ello propuso partir del modelo de salud pública para tratar de resolver el consumo de drogas ilegales, este busca reducir el daño que las drogas hacen al individuo, al familia, a la sociedad, a las instituciones ya los países, diferenciar las sustancias adictivas según el daño que provocan a la salud y que se base en la evidencia científica su marco regulatorio más allá de ideologías y juicios morales.
Esta posición de sensatez académica es necesaria para continuar con el debate de la despenalización de las drogas. El ex rector de la UNAM comento que se debe dejar de utilizar el término legalización porque lleva a muchas confusiones y a muchos mal entendidos. Aclaro para la prensa que él no está proponiendo ningún uso de ninguna droga ni mucho menos la legalización, pero si un nuevo marco regulatorio de estas sustancias ilegales.
El modelo de salud pública propone que se trate a los drogadictos como enfermos no como criminales como lo establecen las políticas prohibicionistas, “son adictos no delincuentes y agrego los zares de la droga no son adictos”. Así que “los adictos no son enfermos no delincuentes”.
Explico más adelante que “la información funciona mejor que la prohibición, que el castigo indiferenciado.
Analizo las actuales políticas contra las drogas, las prohibicionistas criminalizadoras promovidas por los Estados Unidos y las políticas de reducción de daño de la Unión Europea. Y comento que en el año de 1998, él propuso por el gobierno mexicano en una Asamblea de la ONU cambiar las estrategias para combatir el consumo de drogas pero que este tema fue sacado de la agenda de forma unilateral.
Aunque dejo que cada asistente sacara sus propias conclusiones sobre este tema, asevero que en preferible el enfoque de salud más preventivo que un enfoque de guerra, que se base en razones científicas y que a la vez sea un debate sin pasiones, porque no es un problema ideológico ni moral, ni de derechas ni de izquierdas y la necesidad de platear las alternativas en un contexto internacional.
¡Solo despenalizarlas!

viernes, 14 de enero de 2011

Se presento en Tepito, La disipada historia de la marihuana en México

Se presento en Tepito, La disipada historia de la marihuana en México

Ciudad de México, Capital de la Distopia depredadora. A 13 de enero de 2011.- Ayer por la tarde en el Espacio Cultural Tepito, invitado por el promotor cultura y editor de la hoja Bachita Cultural Raúl Olguín, el autor de La disipada historia de la marihuana en México, 1492-2010 (Eterno Femenino Ediciones, 2010), Juan Pablo García Vallejo platico informalmente con vecinos que cada Miércoles de la Palabra dedican un poco de su tiempo a incrementar su cultura, quien estuvo acompañado por la directora de este nuevo sello editorial la poeta y periodista de género Noemí Luna García.

Los vecinos escucharon atentos la larga historia de la marihuana en México e intervenían de vez en cuando aportando datos históricos, que ya venían en el libro y se expresaron a favor de la despenalización de las drogas.

También se presento la editora del periódico cultural de Azcapotzalco La Hormiga Roja, Marisol Gutiérrez quien leyó algunos de sus trabajos literarios entre cuentos y poemas.

Los Miércoles de la Palabra lleva más de año y medio con su labor cultural para dar a conocer a los autores y trabajos literarios en este barrio tradicional del Centro Histórico de la Ciudad de México.

jueves, 6 de enero de 2011

Legalización del cannabis: Manual de debate, Jordi Cebrial, Cañamo

En el número 8 de esta revista publiqué una largo artículo al que titulé Marihuana: Manual de debate. Mi intención entonces era hacer ver la importancia de sostener un discurso alternativo al del prohibicionismo, dominante en los medios de comunicación, en el que primen los argumentos y los hechos frente a la propaganda oficialista. Para ello, tuve la intención de sintetizar en pocas páginas algunas estrategias y tácticas clásicas de debate, pero orientadas a dar más fuerza y credibilidad a los argumentos utilizados para defender el fin de la prohibición de la marihuana. Cincuenta número más tarde, mucho ha llovido. Un público fiel ha consolidado esta publicación, y han aparecido elementos nuevos que intervienen en este debate. Cuestiones cómo la marihuana medicinal, o el auge del autocultivo como alternativa a la prohibición no fueron incluidas en aquel manual. También quería reestructurar algunas partes de su contenido y, en definitiva, ofrecer un compendio mejor que el que intenté en su momento. Por otra parte, el gran crecimiento que ha tenido el asociacionismo antiprohibicionista en nuestro país, y el previsible interés de los medios de comunicación en una cuestión cada vez más controvertida, hacen necesario que empecemos a consolidar un discurso antiprohibicionista sólido, coherente y creíble, y que sepamos transmitirlo. También la eficaz estrategia de "salir del armario" para mostrar la normalidad del consumo en todos los ámbitos sociales debe apoyarse en la percepción clara de la fuerza racional y moral de nuestros argumentos. De ahí la importancia del debate abierto sobre la legalización en todos los ámbitos sociales.

Este manual está destinado a cualquiera que pretenda defender, en un debate público, ya sea por televisión, en el bar, o en casa con la familia, que el uso, consumo y comercio de marihuana y derivados no debe perseguirse. Aunque algunos de los argumentos y estrategias indicadas sirven en general para debatir sobre la legalización de las drogas, mi objetivo aquí es centrarme, preferentemente, en el caso del cannabis.

Este texto ni es ni pretende ser profundo y exhaustivo. Véase más bien cómo una chuleta de examen donde, apretado y condensado, se intenta hacer caber todo, aunque por supuesto no sustituya a los libros de texto.

Algunos aspectos generales

El debate es una herramienta estratégica para el antiprohibicionismo, una arma esencial que conviene conocer. En cada caso hay que tener en cuenta de que tipo de debate se trata, a qué público va dirigido y de que tiempo dispondremos; eso nos permitirá fijarnos una estrategia para priorizar nuestros argumentos. Pero, en cualquier caso, los objetivos son:

Introducir elementos de duda en quienes son de entrada reacios a nuestros planteamientos o, sencillamente no se habían planteado antes estas cuestiones.
Reforzar y consolidar las opiniones de quienes ya son contrarios a la prohibición.
Informar y aportar datos que normalmente son desconocidos para gran parte del público y que son esenciales para la discusión.


Conozcamos el tema para poder debatirlo.

No podemos hacer un papel digno en una discusión sin conocer mínimamente el asunto del que hablamos. Muchos debates se pierden por pura ignorancia de los datos y argumentos que servirían para rebatir los que aporta el contrario. Afortunadamente hoy se dispone, ya sea en Internet, en revistas como Cáñamo, o en la abundante bibliografía sobre el tema, toda la información necesaria sobre la cuestión. Es bueno llegar al debate con los deberes hechos de casa.

Algunos datos importantes sobre el cannabis:

La humanidad viene usando la marihuana desde hace 6000 años, para relajar tensiones y por sus virtudes medicinales. No se conoce ningún caso en la historia médica de muerte atribuida al cannabis, mientras que sólo en nuestro país mueren cada año unas 50.000 personas debido al tabaco y 30.000 personas debido al alcohol; drogas legales ambas.

Está demostrada la utilidad de la marihuana, ingerida o fumada, para aliviar determinadas dolencias: nauseas asociadas a la quimioterapia, dolores por esclerosis múltiple, glaucoma, etc.

El cannabis no provoca dependencia física no presentando sus usuarios, al interrumpir su uso, ningún tipo de síndrome abstinencial aun cuando se haya consumido habitualmente.

La marihuana se clasifica entre las sustancias con menor potencial de crear dependencia, por debajo incluso que la cafeína.

Los grandes informes encargados por los gobiernos de Inglaterra, EE.UU., Canadá, etc., han constatado sus mínimos riesgos, lo peligroso y contraproducente que resulta criminalizar a los usuarios y han recomendado despenalizar o legalizar su uso.

Sistemáticamente, sus resultados han sido desestimados por los gobiernos que los encargaron.



Centremos la discusión: Delimitar y definir el tema del debate.

Es conveniente dejar pronto establecida la tesis que queremos defender. Eso nos servirá como referencia para ceñirnos a lo esencial, y como eje sobre el que centrar la discusión si el adversario intenta llevar la discusión a otros terrenos, pues en los debates sobre drogas hay tendencia a mezclarlo todo. Hay que evitar las celadas: si intentamos mostrar lo dañino que resulta meter a gente en la cárcel por plantar marihuana, no debemos acabar discutiendo si la heroína debe o no venderse en los supermercados. Hay que centrar la cuestión y reencauzar el debate tantas veces como haga falta: "Ésa es una cuestión interesante y me encantará poderla discutir contigo en algún momento, pero de lo que ahora estamos hablando es de..."

Un buen punto de partida podría ser algo parecido a esto.

La prohibición del cannabis es ineficaz, pues no consigue sus propósitos de detener el consumo.
es dañina, pues añade problemas a los que pretendía resolver y criminaliza a los usuarios.
es absurda: sólo un experimento social fracasado que perdura por inercia histórica, sin que pueda sostenerse desde ninguna base científica.

Así pues, las preguntas clave en un debate sobre la legalización de la marihuana son:

¿Debemos encarcelar o perseguir policialmente a quienes producen, venden o consumen cannabis?

Aun asumiendo la posible existencia de riesgos en su consumo, ¿justifican éstos el uso de la policía, el ejército, la justicia y la cárcel para evitarlos? ¿No sería más razonable regular que prohibir?

¿Cuáles son los efectos colaterales de la prohibición por lo que respecta a la salud, los derechos civiles, la corrupción del aparato estatal, etc.?

Cuestiones-trampa que conviene evitar.

Hay aspectos del debate en lo que es inútil y contraproducente enzarzarse con el adversario. Ponerse a debatir sobre porcentajes, sobre resultados de informes o sobre declaraciones a favor en contra de tal o cual experto, acostumbra a no llevar a ningún lado. No quiero decir que no sean aspectos interesantes o debatibles. Simplemente advierto de que son terrenos cenagosos, en los que es fácil perderse sin avanzar hacia los puntos importantes.


Algunos ejemplo de cuestiones-trampa

La trampa de la no inocuidad

¿El cannabis es inofensivo o peligroso?. Es un debate estéril, y el mismo hecho de entrar en el juego, implica la aceptación tácita de que, si entrañara algún peligro, debería prohibirse. Cómo en muchas otras facetas de la vida, se trata de conocer y manejar los riesgos. Es esta una de las trampas más utilizada por los prohibicionistas: centrar la discusión en potenciales riesgos sanitarios, psicológicos, etc., como si la causa de la prohibición fuera sanitaria y no moral.
Es importante entender el peligro que comporta encerrarse en la discusión sobre la inocuidad del cannabis o de cualquier otra cosa. El concepto de inocuidad no existe, sólo el de grado de peligrosidad tolerable.

La trampa de las estadísticas, los estudios y las investigaciones

Muchos debates acaban convirtiéndose en una cita constante de informes y contrainformes, de estadísticas y contraestadísticas. Para cualquier necedad, podremos encontrar cifras y estudios que la avalen, principalmente si no hay tiempo ni posibilidad de contrastarlos públicamente. Recordemos que, según una frase popular, mucha gente utiliza las estadísticas del mismo modo que los borrachos las farolas, no para iluminarse sino para sostenerse. Y recordemos también que todo lo anterior nos lo pueden aplicar a nuestras citas. Por otra parte, disponemos de suficientes argumentos como para justificar nuestra posición más allá de los datos estadísticos o médicos.

Argumentos cortos y poderosos.

En un debate, el tiempo es un elemento estratégico esencial. Tengamos presente que hemos de dirigirnos a quienes NO piensan como nosotros, y no asumen, por tanto, las mismas cosas que nosotros podemos dar por sentadas. Debemos intentar usar argumentaciones que introduzcan elementos contundentes y que, cuando menos, siembren la duda respecto al enfoque que se da actualmente a esta cuestión.

Algunas ideas básicas:

Los males de la prohibición.

Tiene que quedar claro, no sólo que la prohibición es injusta e inefectiva, sino que, además, tiene enormes costes y genera enormes problemas. La siguiente es una pequeña lista de ellos:

Adulteraciones. La legalización permitiría conocer exactamente qué se consume, de qué calidad es, y evitar los adulterantes que contiene el hachís procedente del mercado negro. Este es un ejemplo de como la prohibición atenta contra la salud pública que dice defender.

Dificultad de acceso de los enfermos La prohibición provoca que Un producto usado en medicina desde hace miles de años, y de reconocida utilidad para enfermos de cáncer, SIDA o esclerosis múltiple, quede restringido al mercado negro con los riesgos que eso conlleva.

Mezcla de mercados Al unificarse en un mismo mercado negro todo tipo de tráfico de drogas, se propicia el paso del consumo de marihuana a sustancias de más riesgo. Se cumple así la teoría de la escalada que se pretendía evitar.

Narcotráfico. La legalización, única manera de acabar con él, quitaría dinero y poder de las manos de las mafias y del crimen organizado que ahora explotan el negocio de las drogas justamente porque es ilegal.

Corrupción de los estados. Los enormes intereses económicos generados por la situación de ilegalidad, corrompen e implican con facilidad a los mismos aparatos estatales que deberían, teóricamente, luchar contra el narcotráfico.

Atentados contra los derechos civiles. Registros y detenciones sin autorización; intromisión en los domicilios privados; conculcación de los derechos individuales.

El argumento de la represión y la cárcel

Tiene que quedar claro siempre que el oponente, vista como vista sus argumentaciones, esta proponiendo meter gente en la cárcel. Algunos sólo meterían a quien comercia con grandes cantidades, otros a quien planta una maceta o, sencillamente, a quien se fuma un porro. Recordar los efectos reales, dramáticos, que tiene esta política en miles de personas. Ante las posibles respuestas del tipo "Hoy en día nadie va a la cárcel por fumarse un porro", hay que responder recordando que, en España, son detenidas más de sesenta mil personas al año acusadas de comerciar con cannabis (en EE.UU. hay 700.000 detenciones anuales), que vender 1.000 ptas. de hachís a un colega es delito y que hay fiscales que piden penas de prisión para quien ha plantado diez plantas en su jardín. Desde 1994, en los últimos 8 años, el número de detenidos se ha incrementado en más del 600%.

Los riesgos: pongamos las cosas en su sitio

No hay que defender que el uso de cannabis esté libre de riesgos. Esta línea de argumentación es fácilmente atacable. De lo que se trata es de exponer que no hay actividad humana libre de riesgos y mostrar cómo los asociados al cannabis son muy inferiores a cualquiera de los que la sociedad asume normalmente como perfectamente aceptables. En particular, los riesgos asociados al cannabis son ridículos comparados con los del alcohol o el tabaco.

Basta de especulaciones teóricas: El ejemplo holandés

Podemos especular sin límite sobre los efectos sociales que tendría una supuesta legalización que permitiera comprar y consumir marihuana a cualquier adulto, pero en este caso la especulación es baladí, pues el ejemplo holandés nos muestra, tras veinticinco años de práctica, los efectos reales de dicha legalización. En Holanda la venta de cannabis está legalizada ‘de facto’ desde hace veinticinco años. Pues bien: ni los índices de consumo se han disparado (siendo, de hecho, inferiores a los de países como Francia o EE.UU. donde las políticas son muy represivas al respecto), ni se ha producido ningún problema para la salud pública o la sociedad, como el propio gobierno holandés ha reconocido recientemente. Además, al separar los mercados de drogas blandas y drogas duras, han conseguido un descenso del numero de usuarios de estas últimas. España, por ejemplo, triplica el numero de heroinómanos de Holanda, y, en general, las cifras de consumo allí son inferiores a la media europea. Por otra parte, los usuarios pueden disponer de un producto de mayor calidad y sin adulterantes. Recomiendo acudir al artículo que publiqué en el numero 4 de la revista Cáñamo, "Experimento Holanda", comentando el informe del gobierno holandés sobre drogas.

El autocultivo como alternativa provisional a la prohibición.

El autocultivo permite a los usuarios autoabastecerse sin tener que depender de las redes de tráfico de hachís que enriquecen a las mafias y a las redes de corrupción estatales. También posibilita disponer de un producto sin adulterar, de mayor calidad y con menores riesgos para la salud. El hachís que circula en nuestro país, procedente de Marruecos en su mayor parte, está frecuentemente cortado con goma arábiga, clara de huevo, etc. Los productos de la combustión de estos adulterantes son, gracias a la actual política de defensa de la Salud Pública, mucho más dañinos que la marihuana.

El uso medicinal de la marihuana

Que la marihuana tenga una utilidad reconocida para aliviar los síntomas asociados a determinadas enfermedades, no es en si mismo un argumento para legalizar su uso, recreativo. Pero las repercusiones que la prohibición tiene en los enfermos si que sirven para exponer el absurdo cruel en que se fundamente la persecución del cannabis. Miles de pacientes en todo el mundo se ven condenados a tener que buscar en el mercado negro una sustancia que les ayuda a sobrellevar sus enfermedades y a ser criminalizados por ello, curiosamente en nombre de la Salud Pública.

Es mejor evitar los argumentos complejos.

No suele resultar práctico usar argumentaciones complicadas o que requieran de muchos conocimientos previos para ser entendidas. Los argumentos históricos suponen un arma de doble filo y sólo deben emplearse si se dominan bien. Resulta muy útil, si se tiene tiempo, mostrar cuáles eran los principios ideológicos de la prohibición, mostrando que tenían una base moral más que sanitaria. También se puede hacer ver que muchos de los problemas actuales no existían antes de la prohibición porque es ésta quien los ha generado. Por el contrario, algunos oyentes pueden pensar que hablar del pasado es absurdo y que las discusiones al respecto son puramente académicas. Se les puede recordar que, según una célebre frase, quien no aprende de la historia está condenado a repetirla.

Conozcamos las razones (o sinrazones) de los adversarios.

Para vencer al enemigo hay que conocerlo. Hay que tener interiorizados sus argumentos, a fin de poder detectar las falacias bajo cualquiera de sus formas y tener preparadas las respuestas pertinentes. Sin pretender ser exhaustivo, el siguiente es una breve resumen que puede servir de recordatorio a los argumentos esenciales usados para mantener la prohibición.

El consumo de cannabis tiene asociados graves problemas de salud.

Los grandes informes sobre el cannabis, la experiencia de millones de consumidores y el ejemplo holandés, desmienten eso. Los riesgos son menores y en ningún caso justifican los métodos represivos actuales.

El cannabis propicia la escalada a drogas más fuertes.

La experiencia holandesa desmiente este hecho. Por otra parte, lo que sí favorece la escalada es la desinformación, el tratamiento de todas las drogas por igual y la ilegalización, que crea un mercado negro único para muchas de las drogas prohibidas.

Síndrome amotivacional

Ninguna base científica. Los estudios antropológicos lo desmienten y los ejemplos aducidos normalmente no demuestran ninguna relación de causa-efecto.
Serían más peligrosas las calles y las carreteras

Dos razonamientos:

La supuesta peligrosidad iría, en cualquier caso, asociada a los índices de consumo, no a su situación de legalidad o ilegalidad. Ya hemos comentado que la experiencia demuestra que la legalización no conlleva un incremento notable del consumo ni, a su vez, la prohibición equivale (todo lo contrario) a una reducción del uso.

Por otra parte, estudios sobre conducción y cannabis encargados por las autoridades de tráfico de Australia, Gran Bretaña o Francia, entre otros, muestran que no hay relación entre el consumo y la siniestralidad y que, de hecho, los conductores que han fumado cannabis se muestran más prudentes en la conducción.


Con las drogas legales ya es suficiente.

La principal falacia de este argumento es que, como se ha visto, prohibir una droga no implica que desaparezca o que deje de usarse, sino que se generan problemas nuevos que antes no existían. Cuando se intentó prohibir el alcohol, durante la Ley Seca, también resultó peor el remedio que la enfermedad.

No hay que evadirse de la realidad y para divertirse no hacen falta drogas.

Discutir sobre si es necesario o no el uso de cannabis es una perdida de tiempo. Por supuesto que nadie necesita fumar marihuana, cómo nadie necesita ver la tele, ir al fútbol o escuchar a Bach. Se trata, pura y simplemente, de una cuestión de libre elección. Para defender su legalización ni siquiera es necesario consumirla. No se trata de que nos guste o no lo que alguien toma o deja de tomar, sino de defender su derecho a hacerlo sin intromisiones inútiles y crueles del estado.


El consumo aumentaría inevitablemente.

Falso. La experiencia holandesa lo desmiente. Además, la prohibición incrementa la atracción de los sectores más jóvenes. En cualquier caso, si aumentaría con la legalización es especular, que con la prohibición aumenta es un hecho.


El cannabis provoca dependencia.

No existe dependencia fisiológica por consumo de cannabis.

Por lo que respecta a la potencial dependencia psicológica, hay que poner en cuestión el concepto en sí. ¿A qué nos referimos? Cualquier actividad que nos guste o resulte placentera generará un vinculo psicológico: sea el sexo, el fútbol o los culebrones, lo cierto es que cuando algo agrada se tiende a repetirlo. Pero la experiencia demuestra, y todos los grandes estudios lo avalan, que la inmensa mayoría de usuarios usan de la marihuana de manera no compulsiva, y, en muchísimos casos de forma discontinua y esporádica.

Todos los estudios sitúan el potencial adictivo del cannabis muy por debajo del alcohol, el tabaco o incluso el café

Tenemos que proteger a los niños y a los jóvenes.

No es una buena ayuda tergiversar los hechos con el fin de asustar, creando con ello una atracción artificial hacia lo prohibido. Tampoco es una buena ayuda dejar en manos del mercado negro los controles de adulteración y de pureza.
Asimismo, en una situación de prohibición, son los más jóvenes quienes tienen más fácil acceso a lo prohibido, según muestran todas las encuestas. Además, en los ambientes juveniles es donde más difícilmente puede infiltrarse la policía y, por tanto, es un sector de la población muy seguro para los vendedores del mercado negro.
La utilidad terapéutica del cannabis no está suficientemente demostrada
Las propiedades medicinales del cannabis están documentadas desde hace miles de años, y se han venido usando en farmacia hasta bien entrado el siglo XX. Además, la situación de prohibición ha dificultado la realización de estudios formales. Por último, ante el testimonio de un enfermo que se dice aliviado fumando marihuana, el resto de especulaciones son dilaciones crueles.

7. Seamos razonables: busquemos puntos de acuerdo con nuestro oponente.

Es importante demostrar que se entiende la postura del contrario aunque discrepemos de ella radicalmente. No hay que aparecer como fanáticos o chiflados anclados a filosofías existenciales extrañas. Hay que hacer entender que desde la racionalidad, la objetividad y el conocimiento de los datos no viciado por los prejuicios, la conclusión es inevitable: el cannabis no ha de estar prohibido.

8. Ser conscientes de la fuerza moral y ética de nuestros argumentos.

Ser razonables no quiere decir que tengamos que mostrarnos avergonzados o pidiendo tolerancia y comprensión. No estamos pidiendo limosna, sino defendiendo lo que es justo. Aunque desgraciadamente no sea un argumento muy en boga, se está defendiendo la libertad de elección del individuo contra la tutela de Papá-Estado que queriéndonos hacer un bien nos crea más problemas que los que intenta evitar. En consecuencia, son los prohibicionistas quienes tienen que explicar bajo qué argumentos se atreven a atacar nuestra libertad individual.

Además, al defender el fin de la prohibición, defendemos a las víctimas de la misma y arrebatamos el poder económico de las mafias y organizaciones criminales.

9. No hay que defender el uso de drogas.

Si es posible, no deberíamos mezclar en nuestras argumentaciones el cannabis con las otras drogas. Ciertas connotaciones, clichés y falsedades propiciadas por la propaganda oficial hace que a algunas personas se les disparen todas las alarmas cuando oyen hablar de cocaína, éxtasis, LSD, por no hablar de la heroína.

No es útil para modificar las opiniones de la gente en este tema hablar de cuánto ayudan las drogas a la realización personal, del autoconocimiento que proporcionan o de lo bien que van para salir de marcha. Sin renunciar a que la gente entienda que el uso de drogas, y sobre todo de cannabis, no se debe a una voluntad de huida o autodestrucción, es suficiente de entrada con mostrar que los remedios que el prohibicionismo propugna son peores que la enfermedad que dice remediar.


10. Que demuestren sus argumentaciones: dejemos al descubierto los mitos.

Algunos prohibicionistas tienen tendencia, en los debates, a mentir y a tergiversar los datos. Tanto si esta actitud es debida a la ignorancia como o a la mala fe, no debemos dejar que queden en el aire sin contestación. Así, por ejemplo, cuando alguien exponga como un hecho incontrovertible que el uso de marihuana genera violencia en quien la usa, debemos preguntar: "¿Cómo puede afirmar algo que ha sido sistemáticamente desmentido por todos los grandes estudios sobre la cuestión, que la experiencia diaria de millones de consumidores desmiente y que el ejemplo holandés, donde la marihuana se vende libremente desde hace 20 años muestra que es falso? ¿Puede citar el informe o el estudio en que se basa para realizar dicha afirmación?" Si, como es muy probable, nuestro interlocutor es incapaz de citar, de manera concreta, un estudio que haga referencia a su afirmación, nosotros debemos dejar constancia que el contrario está dando por sentadas cosas de las que no dispone pruebas y que la experiencia de millones de usuarios en todo el mundo niega.


Para terminar, quisiera animaros a debatir sin miedo sobre esta cuestión y a defender públicamente el fin de la absurda prohibición. Razones y argumentos nos sobran.

la vision de las drogas en la última década del siglo xx

La visión de las drogas en
la última década del siglo xx

1.

2. Introducción.
3. Origen de las drogas.
4. La prohibición de las drogas
5. La guerra de las drogas.]
6. Conclusiones
7. Manifiesto Cambio 16 a favor de la legalización de las drogas
8. Bibliografía.



Introducción.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha asumido obligaciones de tres categorías: 1) las relacionadas con un ser supremo, 2) las relacionadas con sus congéneres Y 3) las relacionas consigo mismo.

En lo que se refiere a las obligaciones para consigo mismo, debemos percatarnos de que el hombre habrá de realizar todas las acciones que considere como atribuyentes a su placer o bienestar y que se renunciara a la ejecución de los demás.

Es absurdo intentar obligarle a actuar de otro modo, y mas absurdo aun pretender amenazarlo con castigos legales si no se deja convencer...

Una república no tiene por misión prescribir la moral, su tarea principal, consiste en que la realidad es la única razón de su existencia, conservar la libertad de sus conciudadanos por lo medios que sean reconocidos como necesarios.

D.A.F. de Sade, un esfuerzo

mas, franceses, antes de que

podáis llamaros Republicanos.

Desde el inicio de la historia de la humanidad y su desarrollo cultural, se ha constatado que una de las formas que tenía para explicarse el funcionamiento del universo, era mediante el consumo de substancias químicas que alteraban la percepción lineal de la realidad dentro de rituales chamánicos médicos, adivinatorios o festivos que eran controlados por los hombres del círculo del poder es decir, los que gobernaban la tribu, la comunidad o el pueblo y con ello vivían en equilibrio con el universo; sin embargo, el consumo de estas substancias es una parte orgánica de la cultura y de la forma de ser del hombre y por lo tanto, ha ido de la mano en el desarrollo de la evolución de la civilización.

Algunos datos arqueológicos hablan de la presencia de la cannabis, indica " marihuana", alrededor de los 10 o 15000 años de antigüedad y sus usos se conocieron en la China y en la India desde esas fechas; los peruanos, colombianos y bolivianos conocen la hoja de coca, desde la llegada de los españoles, quienes al no comprender por su misma cultura la relación de esa planta con el pueblo Arcaico, comienza a reprimir y a demonizar la planta que cinco siglos después llega a ser una droga, que por consecuencia de la prohibición "gringa", una sociedad que enaltece al ser individual se convierte en "moda": la cocaína.

La cultura de la droga de alguna manera es la cultura del hombre, como lo es la cultura del juego o así mismo la cultura política; sin embargo, es esta última la que determina en muchos sentidos y en contextos que salen de su competencia, lo que es bueno o lo que es malo para el hombre, el ciudadano común y su comunidad, por lo tanto los políticos se convierten en los policías que vigilan las buenas conductas de los ciudadanos ... pero ¿cuántos policías son honestos? cuántos titulares de periódicos hemos leído que "x" judicial, político o sub-procurador de la justicia era parte importante de la estructura criminal del cartel de la mafia, y que había sido descubierto en posesión de ... todos recordamos quien era el Negro Durazo no?

En la actualidad vivimos en un mundo regido por la sociedad del capitalismo imperial, donde la economía se dicta por la Ley de la oferta y la demanda, cuyo principio se da por la escasez o abandono de la mercancía, lo que significa que mientras más escasa es una mercancía, su costo es mayor al adquirirla; y como toda mercancía en el Capitalismo, la droga no escapa a estas Leyes económicas, sobre todo en el país donde se encuentra el mayor número de consumidores de varias drogas prohibidas: Estados Unidos.

Por último, este trabajo no intenta convencer sobre la conveniencia de la legalización de las drogas o la despenalización criminal que sobre ellas pesa (siendo apenas un somero estudio, sería demasiado pretencioso serlo), sino que la información vertida sobre el tema inquiete a la profundización del conocimiento y que se libere de los prejuicios morales, religiosos, políticos y económicos para asumir una correlación más plena, más sana, más científica y más controlada, con una cultura que va tomada de nuestras manos, la cultura de la experimentación extrasensorial.

CAPITULO. I Origen de las drogas.

Las plantas han sido las primeras formas de vida en manifestarse, ya que han sido encontrados fósiles vegetales, cuya antigüedad es de tres mil 200 de años.

De las plantas se obtiene todo, es decir, comida, energía, medicamentos, pero también hay algunas plantas que tienen efectos inexplicables, y transportan la mente humana a regiones de maravillas etéreas, estas son los alucinógenos. Algunos de estas, cuando los humanos necesitaron desentrañar todos los fenómenos naturales, fueron considerados divinidades y otras fuerzas espirituales; por lo tanto, la intima relación entre los hombres y el mundo vegetal es fácilmente identificable, pero lo que no se reconoce de manera oficial es la existencia y producción de substancias que afectan las profundidades de la mente y el espíritu.

¿Pero que es un alucinógeno, que es una droga y porqué son ilegales?

De alucinógeno la definición es: la substancia que produce una percepción ilusoria, en la que el sujeto cree ver, oír o sentir cosas que "en realidad" no existen, y droga quiere decir: nombre genérico de algunos productos y substancias química, usadas en la industria o en medicina. Substancia que produce efectos estimulantes, sedantes y alucinógenos, que puede crear habito a quienes lo consumen.

¿Y como surgieron o porque empezaron a utilizarse?

Una leyenda asegura que el hombre descubrió el café, al ver unas cabras de Yemen comiendo un fruto que las alteraba profundamente, o se ha observado a los elefantes ingerir algunos frutos que fermentados les produce borrachera y los gatos comen hierbabuena que los aletarga, y los tordos consumen los frutos del espino cerval en grandes cantidades para alucinar.

Que son las plantas alucinógenas.

Muchas plantas son tóxicas y tóxico se deriva del griego "Toelkov", se significa arco, y se refiere a las flechas envenenadas que utilizaban. Paracelso (Medico de siglo XVI) decía que "todas las cosas tienen veneno y no hay nada que no tenga, solamente depende de la dosis, que el veneno sea veneno o no". La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es solo la dosis. Por otra parte los alucinógenos deben de clasificarse como tóxicos y etimológicamente se refiere a una substancia que sin tener en cuenta, cuan estimulante puedes en alguna de sus fases de actividad, termina por producir un estado depresivo en el sistema nervioso central, y en este sentido tanto la cafeína como el alcohol son narcóticas, y desde luego, drogas como la heroína, morfina, marihuana, apio y otras tantas.

Ahora bien, cada civilización suele incorporar una droga a sus ritos; por ejemplo, los brasileños emplean el fruto del guarana, el chamanismo siberiano usa el hongo llamado amanita muscaria, los huicholes usan para sus visones y rituales el cactus, conocido como el peyote, y los indios de Norteamérica crearon toda una religión alrededor de este cactus, los apaches, los kiowas y los sioux, lo han utilizado como los hindúes lo hacían con el soma y el hachís y la nuez moscada en los pueblos de Europa, y el "unjuento de bruja" estaba compuesto por estramonio, beleño y belladona, ingerido en la época medieval. Así como los cristianos y católicos utilizan el vino o alcohol en el ritual de la Eucaristía.

En nombrar a cada pueblo significa mencionar una substancia que de acuerdo a su cultura tiene la capacidad de alterar "su percepción" y "su realidad" para llevar un equilibrio espiritual y cosmogónico con el universo.

En Gabón, Africa los Bwiti utilizan el iboga, mientras en Brasil la Waika hacen sus ritos con el árbol virola, y los Pervanos, Colombianos y Bolivianos utilizaban la hoja de coca para suplir y acrecentar su energía y fortaleza, y como los huicholes cercanos a nuestra cultura, los mazotecos, zapotecas, tzotziles, han utilizado de manera medicinal y ritual el teonanacatl o para decirlo en castellano el Hongo Sagrado, que en la época de los años 60’ pusieron de moda los famosos Beatles y toda la cultura Hippie, que además fue el primer grupo que utilizo una de las primeras drogas de laboratorio creadas por el hombre y el L.S.D. "ácido".

Desde luego, en la actualidad hay innumerables que podemos conseguir, con solo una receta en cualquier farmacia de Estados Unidos o México, como es el valium, rohipnol, anfetaminas (para bajar de peso), algunos sedantes y tranquilizantes, pero ninguna de estas drogas, así como la cocaína y marihuana se utilizan para lograr las visiones que en el pasado les preocupaba una mejor comprensión con la realidad al del universo, sino todo lo contrario, hoy vemos como la juventud busca una manera de evadir con lo que tenga al alcance, o no hemos visto como los jóvenes se drogan con thiner, activo o cemento, simplemente para no sentir su apremiante necesidad de todo lo que han carecido, y que la misma sociedad le niega, ¿ no se drogan para olvidarse de su hambre?.

El origen, entonces de las drogas, es el inicio de la civilización, pues las drogas no son para intoxicarse. Pacelso lo dice en el siglo XVI, todo es veneno, solo la cantidad que se consuma es la que puede hacer daño y entonces podríamos pensar que cada persona tiene su droga preferida, quien solo consume la famosa coca-cola ¿es adicto a ella?...

¿Quién solo fuma Marlboro es adicto a esa marca?...

CAP. II La prohibición de las drogas

Ya hemos visto que la antigüedad de las drogas es milenario y por tanto su uso, aún cuando esté en la mayoría de las sociedades, sólo estaba destinado para los médicos, chamanes, brujos y aquellos que eran personajes importantes dentro de la tribu o la comunidad.

No todos tenían libre acceso, ya que se consideraba una profanación para las fuerzas espirituales que se liberaban con su ingestión y solo se podía hacer en rituales festivos o con el permiso del hechicero de la tribu.

Sin embargo, es hasta principios del siglo XX donde la política inicia una serie de gestiones, primero en Estados Unidos y luego por implementación e imposición económica de ellos mismos en el resto del mundo, siendo un médico casado con una dama de sociedad llamado H. Wright quien fuera un fogoso colaborador del partido prohibicionista y quien impulsara la prohibición del opio y cocaína que hasta esos momentos eran sumamente importantes dentro de la farmacéutica popular, además de D. Harrison un abogado de querer prohibir "la coca-cola y pepsi-cola, esas bebidas que consumen los negros del sur", años después el señor Wright moría lleno de amargura y de alcoholismo, un narcótico que no quiso prohibir porque le gustaba machismo.

La política de racismo siempre ha operado a favor del poderoso y la economía que le sustenta y Estados Unidos siempre se ha caracterizado por manipular a su sociedad que en promedio es muy ignorante e intolerante, de tal manera que siempre existe un enemigo latente que le quiere quitar su libertad. Así lo vemos cotidianamente en su literatura, en su cinematografía donde acaso es más patente su deseo de exterminar al otro; primero fueron los indios sioux, pies negros y todos aquellos que fueron masacrados por héroes blancos como Búfalo Bill o el General Coster, luego fueron a partir de la 1ª. Guerra mundial los alemanes y los japoneses, luego más tarde, los terroristas árabes o irakíes, desde luego los comunistas rusos y cubanos y para siempre los espalda-mojadas ó greasers. Los pachucos, es decir los mexicanos que simplemente por tener una cultura distinta y milenaria les provocamos temor y por lo tanto, su intimo deseo es que todo mundo sea como ellos. En la actualidad los enemigos son los narcos.

En los principios de la prohibición y regulación farmacéutica, ya que la mayoría de los médicos recetaban para diferentes enfermedades derivadas del opio y la cocaína, se buscaba el control económico por una parte de la incipiente industria farmacéutica y por la otra, el eterno control moral de aquellas personas que veían en el disfrute del otro un peligro para su seguridad. Es así, como en una época de los Estados Unidos donde fumar tabaco en público era ilegal en 28 estados de esa nación "el cigarrillo es lo más destructivo para el alma, lo más subversivo para las buenas costumbres: la lucha contra el tabaco es una lucha por la civilización", que comienza la lucha de las drogas. Un argumento que era afanosamente repetido era que "las estadísticas mostraban que los negros que ingerían cocaína o fumaban opio tenían una incidencia muy alta en la violación de blancas" además que la actitud de los adictos negros era recurrente de la violencia y por supuesto de la delincuencia. Sin embargo, la mayoría de los adictos en las primeras décadas del Siglo XX en Estados Unidos eran "yatrogénicos" es decir, gente que estaba íntimamente relacionada con la medicina, claro que eran médicos, enfermeros, farmacéuticos y ya que los negros eran considerados no ciudadanos, podemos mencionar que los argumentos vertidos en contra de ellos eran incorrectos.

Sin embargo, la Ley cuya iniciativa era lograr "la meta del proyecto de Ley es traer todo el tráfico y el abuso de drogas a la luz del día, y crear con ello, una opinión pública contra su empleo" es aprobada el 14 de diciembre de 1914 y solo trataba en principio de "reglamentar el registro y tributación de substancias que seguirán fabricándose y usándose, sin otras limitaciones que las previstas por el estamento médico"..

Era pues una Ley administrativa sin ninguna conotación penal y que al principio tuvo muchos problemas jurídicos para su aplicación. Es hasta 1919 que junto con la Ley seca, que trata de bebidas embriagantes (y que todos conocemos por Elliot Ness y Al Capone) que el vigor político y moral hacen que la Ley Harrison adquiera preceptos legales de índole judicial y penal.

Sin embargo, el Doctor L. Kolb director del Health Service Federal cuestiona aún la vigencia de la Ley Harrison cuando se le preguntó sobre el nexo entre los "narcóticos" y el crimen, repuso que los principales narcóticos eran el eter, el cloroformo y el gas de los dentistas, y que si bien en Europa habían causado ciertas conductas desordenadas, en Estados Unidos no tenía noticias de abuso. Intimidado a que respondiese a la audiencia del Congreso sobre la conexión entre el uso del opio y el crimen se limitó a contestar: "Hay más violencia en tres kilos de alcohol que en una tonelada de opio"

Y esta respuesta, me hace recordar el festival de Woostoockd en 1969 a las afueras de Nueva York donde se reúnen más de medio millón de personas en la culminación de la época hippie sin ningún incidente de violencia o criminal que se pueda percibir en la película del mismo estilo. Y acaso no hemos visto o leído que la boda, los quinceaños o la fiesta termina con un saldo de uno o varios muertos, por el excesivo consumo de alcohol que devino en zafarrancho.

Sin embargo, la moral prohibicionista de los años 20 en Estados Unidos utiliza cualquier tipo de publicidad negativa para lograr sus fines y durante el primer trimestre de 1919 aparece un artículo en el New York Times que pregoniza "cocer en aceite", a los médicos culpables de proveer a adictos" y su autor mantiene que el opio, la morfina y la cocaína son drogas antiamericanas, unas por corresponder a pueblos incivilizados y otras por simbolizar a los alemanes.. También se acusa de adictos a los bolcheviques y anarquistas, a los sindicalistas y a todos aquellos que aumentan sus fobias. Unos meses después , el 17 de enero de 1920 la radio y los periódicos anuncian la entrada en vigor de la Ley seca y el Senador A. Volstead, promotor de la Ley, exclama:

"Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento, se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas, todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno".

Si, se cerraron las puertas del infierno . . . pero todos hemos quedado dentro, se podría decir, verdad?

Y entonces nace una era de corrupción, delincuencia, mercado negro y muertes como ninguna guerra ha tenido. Nacieron entonces, los Al Capone, los Baby Face, los Bugsy Walone, toda la serie de padrinos y nuevos ricos que se mezclan en política. Se cuenta que el padre de la dinastía de los Kennedy, un inmigrante irlandés, se relaciona con traficantes de Whisky y se enriquece con la clase política de los demócratas.

Son los años de la Ley seca donde se prohíbe el uso medicinal del whisky y del coñac y solo se permite el vino para los ritos de la iglesia católica.

Así mismo como la ley seca crea Al Capone, la ley Harrison indica R.A. Schless.

"Creo que la mayor parte de la adicción a drogas hoy en día se debe directamente a la ley Harrison, que prohíbe la vente de narcóticos sin la receta de un medico [...] los adictos arruinados actúan como agente provocateurs para los traficantes, siendo recompensados con regalos de heroína o suministros a crédito. La ley de Harrison creo el traficante de drogas, y el traficante crea adictos".

13 años después, en 1933 la enmienda XXI deroga la ley Volstead ya que "una abrumadora corrupción, la industria, la hipocresía, la creación de grandes delincuentes y la fundación del crimen organizado", es decir la ley seca había terminado pero medio millón de personas permanecen encarceladas, miles de muertos en tiroteos, miles de familias destruidas, 250 000 personas enfermas por las adulteraciones etílicas y nadie, es decir nadie es responsable de lo sucedido.

Y sin embargo en 1937 entra la ley del impuesto al cáñamo (Producto de la marihuana) que esta en vigencia hasta ahora.

Es decir la guerra de las drogas ha empezado y como en todas las guerras las que pierden son las mujeres, las madres, las esposas, las novias, las hijas, las reproductoras de una sociedad hipócrita moralista pero económicamente destructiva, la sociedad gabacha, gringa, capitalista por excelencia y guerrera e invasora desde constitución, la primera potencia puanetaria.

CAPITULO III. La guerra de las drogas.

Desde 1919 se le dio luz verde a la represión dentro de Estados Unidos, como estrategia para controlar el uso farmacéutico, consumo, producción y transportación y posesión de opio y cocaína así, como morfina y heroína. A partir de entonces han muerto miles de personas en tirones de la mafia, miles han sido encarceladas y otros miles mas han muerto por la mala calidad de las drogas distribuidas en el mercado negro por la mafia, además de que políticos, policías, empresarios y jueces han sido corrompidos por el poder del dinero ilícito. Mientras tanto en Europa y el resto del mundo era casi nueva la legislación acerca de las drogas y el tratamiento en el mayor de los casos eran bajo una supervisión medica, así es como en Inglaterra él numero de adictos a las drogas derivadas del opio se mantenían estables y no se conocía ninguna muerte por sobredosis o relacionada con el trafico, consumo o posesión de narcóticos.

El ejemplo que dio al mundo la ley seca impuesta en Estados Unidos de 1920 a 1933 no fue suficiente para demostrar que la prohibición no es la solución para controlar ninguna substancia que altere subjetivamente la personalidad del consumidor.

Sin embrago para aquellos que las drogas son literalmente la materialización del demonio, no hay otra solución que el exterminio del fenómeno, aun incluso cuando el país que certifique a los demás países por su buen comportamiento en la lucha contra las drogas, no pueda hacer eso mismo al interno de su territorio. En la actualidad Estados Unidos además de ser el primer consumidor de drogas, es productor importante de marihuana y realiza a través del City Bank operaciones de lavado de dinero de manera espectacular.

A partir de 1937 con el acta del impuesto al cáñamo y con la recesión que se produjo en 1929, los norteamericanos comenzaron a buscar en la marihuana otro de sus enemigos perversos y sobre todo por aquellas cantidades de inmigrantes hispanoparlantes que se organizaban alrededor de un cigarro de marihuana y cometían tropelías y vejaciones eran actualmente peligrosos para la sociedad de Nueva Orleans donde comenzó la 2° parte de una lucha que hoy se libra en Bolivia, Perú; México, Afganistán, Indonesia, Turquía y otros países productores de hachis, opio, marihuana y demás narcóticos... Pero esta guerra no se da en Estados Unidos.

Gustavo de Greiff (Embajador de Colombia en México y responsable de la muerte de Pablo Escobar Gaviria en 1993 zar de la cocaína) mencionaba sobre los resultados de sus operativos antinarcoticos:

"Hemos acabado con el Cartel que encabezaba el Señor Rodríguez Gacha, tuvimos éxito destruyendo el Cartel de Medellín, lo mismo en el desmantelamiento del Cartel del Cali, pero el problema consiste en que la droga sigue llegando a los países desarrollados, a los países consumidores".

Actualmente, según la National Drung Control Strategy, se destinan 11 millones de dólares al combate represivo de las drogas mas 5mil millones para la reducción de la demanda, lo que quiere decir que de 1990 al año 2000 se gastaron la cantidad de 160 000 000 dólares, con los resultados que podemos leer en cualquier periódico de cualquier día: la demanda crece y alguien tiene que proveer la mercancía.

Siendo Fiscal General de la Nación en Colombia, Gustavo de Greiff opina " Así que, creyendo que el combate mas efectivo contra el narcotrafico estaría en arruinarles el negocio y que la mejor forma de arruinárselos es naturalmente la regularización legal de su actividad, lo propuse y desgraciadamente no ha sido aceptado".

Estados Unidos siempre ha sido un país intervencionista, basta revisar la historia latinoamericana para ver que país ha sufrido por lo menos alguna intervención militar, desde luego que ahora las intervenciones son por medios económicos a través del Fondo Monetario del Banco Mundial y sin embargo aun se dan intervenciones militares disfrazadas de ayuda y cooperación contra el narcotráfico como en el caso de Colombia.

Por lo tanto, una política de control medico no le interesa a Estados Unidos a pesar de que "En 1995 Colombia invirtió 284 millones de dólares directamente en la lucha en contra del narcotráfico mientras que la ayuda de los EU. fue de 15 millones de dólares. No obstante que expertos de la Rand Corporation de Estados Unidos dice que dedicar 34 millones de dólares al tratamiento de consumidores de cocaína reduciría el consumo en la misma proporción que lo hacen 366 millones de dólares invertidos en represión".

Y por otra parte, las Mafias o Carteles de la droga están filtradas en las oligarquías económicas y políticas, recordemos el caso del Senador Republicano en Washington con profesión de Crack o los anexos de Raúl salinas de Gortari (no probados) con Amado Carrillo Fuentes, o vemos las películas del Padrino I, II y III o la recién galardonada "Traffic" y bastara para darnos cuenta que el poder corrompe y ya corrupto no importa de donde obtiene dinero, se acuerdan de Al Pacino en Scarface?

Finalmente de Greiff menciona "En la gente que esta envuelta en la política represiva, hay de todo: honestos que piensan que las drogas son malas y cualquier uso, así sea eventual, debe castigarse pero también dentro de ese grupo hay mucha gente de mala fe que vive del negocio. Al policía corrupto, al militar, al operador de aeropuerto, al banquero que lava el dinero, naturalmente no les interesa la legalización porque se les acaba la fuente de dinero ilícito. A muchos individuos de las agencias de combate a las drogas, tampoco les interesa que se acabe la represión porque van a perder su puesto".

Luego entonces, la guerra a las drogas es una guerra equivocada y perdida de antemano porque supongo que siempre va haber drogas y por supuesto consumidores (ahora se me viene a la memoria la película Robocop II donde todo gira alrededor de una substancia que se inyecta en el cuello llamado NUKE) y todos aquellos ritos de culturas chamanicas y milenarias tienen derecho a permanecer y ser respetadas dentro de un contexto de conocimiento científico acorde con el desarrollo de la evolución de un ser racional.

Conclusiones

Hasta ahora soy una persona común y corriente, un joven maduro (creo) que se responsabiliza de sus quehaceres con su trabajo, su familia y su sociedad, ¡ah! también con sus maestros y digo hasta ahora porque aun puedo ir a la tienda de la esquina y comprar mis cigarrillos preferidos (creo que ya te diste cuenta ¿no?) y fumar y fumar cuando estoy triste, cuando estoy contento, antes de cenar, en el trabajo, cuando me enojo, cuando estoy nervioso, cuando termino de jugar y aun así yo no me considero un adicto al tabaco (que bueno que no viví a principios de siglo en Estados Unidos) y beber algunas cervezas en alguna fiesta... pero me imagino si el cigarro declarado ilegal?, seria entonces un criminal un delincuente en busca de una dosis? y antes de tratarme médicamente seria encarcelado porque a un político mexicano o peor aun, gringo, se le ocurrió dictar una ley que declare ilegal la producción, la posesión, el trafico y el consumo del tabaco?

"La droga no es un problema en sí mismo, yo creo que el problema es el negocio que se hace con la droga, el gobierno penaliza, y deja todo el negocio a la mafia, y la mafia esta en todo el gobierno, es decir, que la pepsicola se muerde la cola, la droga es el dinero negro del GOBIERNO".

De esta manera afecta a la sociedad se ve afectada económicamente, culturalmente, políticamente, socialmente etc....... y esto es un cuento de nunca acabar.

Creo que como ser humano ya estoy grandecito y puedo tomar mis propias decisiones como para sufrir las consecuencias que se deriven de ellas y por ende yo decido que hacer con mi propia vida.

Con esto no quiero decir que estoy a favor o en contra de las drogas si no que acepto que existan y que a alguien le hacen sentir de una manera que puede convivir equilibradamente con el Universo...

Una mujer que tenga su closet lleno de ropa y se entere que en Palacio de Hierro hay una rebaja del 30% hasta acabar existencias, ¿es una drogadicta?.

Por ultimo anexo "El manifiesto cambio 16 en favor de la legalización de las drogas".

Manifiesto Cambio 16 a favor de la legalización de las drogas

La prohibición ha hecho mas atractivo y fructífero el negocio de la droga y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles

Sin embargo los Estados Unidos se comportan como si no lo supieran Colombia con sus escasos recursos y sus millares de muertos a exterminado numerosas bandas y sus cárceles están repletas de delincuentes de la droga. Por lo menos cuatro capos de los mas grandes están presos y el más grande de todos se encuentra acorralado.

En Estados Unidos, en cambio, se abastecen a diario y sin problemas 20 millones de adictos, lo cual sólo es posible con redes de comercialización y distribución internas muchísimo más grandes y eficientes. Puestas así las cosas la polémica sobre la droga no debería seguir atascada entre la guerra y la libertad, sino agarrar de una vez al toro por los cuernos y centrarse en los diversos modos posibles de administrar su legalización. Es decir, poner término a la guerra interesada, perniciosa e inútil que nos han impuesto los países consumidores y afrontar el problema de la droga en el mundo como un asunto primordial de naturaleza ética y de carácter político, que sólo puede definirse por un acuerdo universal con los Estados Unidos en primera línea. Y, por supuesto con compromisos serios de los países consumidores para los países productores.

Pues no sería justo, aunque si probable que quienes sufrimos las consecuencias terribles de la guerra nos quedemos después sin los beneficios de la paz. Es decir: que nos suceda lo que Nicaragua, que en la guerra era la primera prioridad mundial y en la paz ha pasado ha ser la última.

Gabriel García Márquez.

Premio Nóbel de Literatura

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RODRIGO CASTRO

markinroy@hotmail.com