lunes, 28 de septiembre de 2015

LA PRIMERA MARCHA POR LA MARIHUANA: UNA REVOLUCIÓN PSICOACTIVA-JUARISTA



Juan Pablo García Vallejo *


Asistir en la alborada del siglo XXI, el primer sábado de mayo, a la primera marcha por el Día Mundial de la Liberación de Marihuana en la ciudad de México parecería hoy un lugar común o una cosa de ciencia ficción. Para  los que participamos en esta inédita demostración pública colectiva, pacífica y festiva lo consideramos un día histórico para el futuro de la marihuana y de sus nuevos consumidores conscientes.

 Para mí, en particular, era constatar en la realidad social lo que había ya expuesto en el Primer Manifiesto Pacheco, redactado en 1985: la necesidad imperiosa e inaplazable de que los consumidores de cannabis dieran a conocer su disenso, su opinión, su conciencia psicoactiva frente a la política prohibicionista mantenida por el Estado mexicano basada  en un rosario de dogmas ideológicos, no en argumentos científicos. Con esta marcha se rompió el monólogo prohibicionista hegemónico, salía al espacio público otra percepción, otra actitud ante las drogas y una nueva representación social de los usuarios.

GANAR LA CALLE, CUMPLIR LA UTOPIA
Este día fue el primer gran paso dado por la comunidad cannábica embrionaria, este gran paso es el principio del fin de la prohibición al ganar la calle, buscar el reconocimiento social en una sociedad democrática y plural y promover las ventajas que nos proporcionara la liberación de la marihuana a toda la sociedad, no solo a los pachecos.

La lucha por la legalización de la marihuana es una lucha de largo plazo supera las políticas colonialistas prohibicionistas sexenales; es un hábito cultural y, a la vez, una esperanza, una creencia colectiva dirigida a la construcción de una sociedad humana mejor, que adopte una convivencia informada, responsable y pacifica con las drogas. No es un movimiento social reivindicativo maximalista, de todo o nada.

La liberación de la marihuana es una utopía para consumidores y sus amigos no-consumidores; sí, pero no es una utopía romántica sino real que nacía de la distopia de la persecución policiaca cotidiana, de la terrible y temible voz autoritaria de ¡Contra la pared marihuanos! Es una utopía cumplida con la re-educación de los consumidores, educando y liberando a la marihuana, ante el gran problema que representa la desinformación perpetua, sistemática, que mantiene el Estado y el sector salud al negar información, objetiva y oportuna, a toda la población sobre los riesgos del consumo de drogas. No está demás decir que el Estado mexicano no cumple los acuerdos internacionales en este aspecto y que a nivel doméstico desvía los presupuestos para prevención a otros fines de interés político.  Es una utopía práctica difundir la cultura del cannabis por ser un desafío a una sociedad conservadora y un Estado paternalista y autoritario, que promueve la exclusión social. Una utopía alcanzable ante el agandalle hipócrita de la doble moral de los medios de comunicación oficialistas y los periódicos de la izquierda sectaria que son anti-marihuana y anti-pachecos. “La legalización de la marihuana, si: pero en Canadá”, dicen sus titulares.

Ese día poco a poco fueron llegando los marihuanos al lugar de reunión, individual o en grupos, vistiendo camisetas, gorras con el símbolo universal de las siete hojas del cannabis. Para todos fue bastante emocionante ver a decenas de jóvenes fumando sin miedo, sin vergüenza, sin la paranoia de persecución policiaca. Mientras algunos raperos aprovechaban para amenizar el ambiente con canciones en honor a la María y rendir homenaje a marihuanos internacionales como Bob Marley y demás iconos populares de la cultura del rock.

Aunque la convicción inicial por parte de los organizadores fue hacer un evento público llamando a la despenalización pero no a promover el consumo en el evento para evitar conflictos inmediatos con la policía, sin embargo, en la práctica no se cumplió porque los asistentes salían a fumar marihuana públicamente, para demostrar que no son ni delincuentes ni enfermos.

Asistieron también nuevos y diversos marihuanos provenientes de distintas partes de la ciudad de México pero ya organizados incipientemente y con demandas específicas de la agenda cannábica: pedir información objetiva al Estado mexicano; comenzar a reflexionar el uso industrial múltiple del cáñamo; considerar los beneficios medicinales milenarios negados arbitrariamente por la medicina oficial cuyos criterios clínicos están sometidos a las decisiones políticas de la prohibición no de la medicina.

Todas estas demandas siguen siendo aún terrenos no conquistados de la utopía, pero en mi opinión dejo de ser una utopía el derecho de los consumidores mexicanos confrontar al Estado mexicano sobre quién decide y qué decide en cuestión de sustancias psicoactivas. Es el empoderamiento cannábico, un ataque a los cimientos de la prohibición y sus prácticas discriminatorias. Reconocemos que quién decide lo hace, el Estado, de forma unilateral, limitada y con resultados poco efectivos; y lo qué decide sobre las sustancias psicoactivas responde a intereses extranjeros que son ajenos a la tradición cultural de la sociedad mexicana.

El Estado mexicano propone políticas paternalistas autoritarias creyendo que él es único que sabe de drogas, dice que la prohibición de drogas es por nuestro bien; los nuevos consumidores del siglo XXI, una minoría, saben en el fondo que el Estado mexicano es un mal padre porque enseña mal sobre las drogas, sólo desinforma. Ahora los consumidores re-educados en drogas, no ven a éstas como un monstruo, misterioso y peligroso como las presenta el discurso prohibicionista, sino como un derecho cultural.

Desde esta primera marcha surge en la sociedad mexicana, la diversidad psicoactiva o comunidad diversa de consumidores, interesada en discutir los criterios que se aplican para las políticas públicas de drogas. Esta reunión colectiva, única en todo el territorio nacional, significo ya una victoria cultural simbólica en una sociedad conservadora, y una victoria cannábica, al fin de cuentas, sobre la prohibición criminalizadora que persigue y estigmatiza negativamente a los consumidores y a la marihuana.

LA ABUNDANTE FLORA y FAUNA CANNÁBICA
La fauna y flora marihuanera asistente a la marcha, por suerte, era diversa e inter-generacional, había marihuanos contraculturales, artesanos, mochileros trotamundos, partidarios del reggae y de la creencia rastafari, aficionados al hip hop, marihuanos del movimiento estudiantil, algunos marihuanos de la diversidad sexual, algunas pachecas, los marihuanos galenos con su bata blanca apoyando el uso terapéutico y marihuanos vírgenes o nice que salían por primera vez del closet a una demostración pública colectiva a favor de la despenalización de la marihuana, marihuanos inquietos que habían dado la vuelta al mundo y ver que en otras sociedades la situación no estaba tan desastrosa como en México. Jóvenes soñadores, idealistas unidos por la creencia colectiva de luchar por la liberación de la marihuana de sus grilletes represivos.

 No éramos muchos, menos de mil, pero si suficientes para reconocernos entre nosotros, se sentía un sentimiento de orgullo, de satisfacción colectiva, de estar iniciar una lucha por una causa justa, además de muy valiosa, sin ideologías políticas de por medio.

Esos pocos coreamos al iniciarse la marcha la consigna ¡La mota legal eleva la moral! No sólo la moral pública al resolver un problema social considerado inmoral, difícil,  espinoso al que siempre se le da largas hasta el infinito; sino pasar de un escenario de represión y exclusión social a un escenario de derechos y responsabilidades ciudadanas psicoactivas. Propuse también mi consigna ¡Se va acabar, se va acabar la Prohibición criminal!

De este histórico evento no esperaba muchas cosas, no soy partidario del arte de la exageración, me basto ver esa tarde calurosa como una generación de jóvenes desafiaban tanto al Estado mexicano foxista, que había llegado al poder con el voto democrático, como a la sociedad mexicana católica y conservadora, la que vive de espaldas a la cambiante realidad del mundo, la que siempre se niega a resolver problemas sociales históricos por encerrase en dogmas estúpidos e in-comprobables.
Una manifestación pública a favor de la marihuana nunca la hubieran permitido los priistas depredadores, doble moralistas y autoritarios que preferirían mandar un batallón de granaderos. Pero en el contexto político-social de tener dos gobiernos democráticos, el federal y el local, de la transición democrática era un escenario natural para el nacimiento de otro tipo de lucha social. Al contexto nacional nuevo se suma la convocatoria global en muchas ciudades del mundo que celebran esta misma jornada de lucha cannábica.

La marcha por la liberación de la marihuana es la expresión de un movimiento social post-materialista, que busca reivindicar el derecho al saber, al placer y al empoderamiento psicoactivo o de otra forma, del ejercicio práctico del derecho a la diversidad de la conciencia con sustancias psicotrópicas. Este derecho a las sensaciones con sustancias nunca antes se había expresado públicamente en la sociedad mexicana.

La prensa metropolitana desdeño la marcha
También se dieron cita una manada de fotógrafos sagaces para obtener algunas imágenes insólitas y atractivas, de los jóvenes forjando un toque, de la vestimenta festiva de las pachecas dándose se las tres, de la parafernalia cannábica que vestían algunos, etc. Pero brillaron por su ausencia los periodistas de los periódicos metropolitanos, quizás también son doble moralistas y conservadores como los dueños de los medios en que trabajan.

Al otro día de la marcha, domingo 3, solo parecieron como tres notas en la prensa metropolitana, pero la brecha por la liberación de la marihuana estaba ya abierta y sembrada la semilla de una nueva percepción de las drogas y sus consumidores. En la televisión esta protesta pública solo ocasiono chistes malos y la restitución de dogmas reaccionarios de desinformación y estigmatización negativa por los locutores desinformados. La espiral del silencio y la desinformación aislaron la marcha como es su perversa costumbre.

Hubo ausencias significativas que algunos esperaban apoyarían el incipiente movimiento con su asistencia no desde la comodidad de sus estudios literarios, como la del ondero José Agustín o de otras personalidades de la cultura todavía temerosas de salir del closet o que son miembros de la radical chic que consideran vivir una legalización personal y piensan muy pequeñoburguesamente que lo de la prohibición es cosa que afecta sólo a los pobres marihuanos pendejos. Son marihuanos conformistas, espectadores temerosos.

La marcha se realizó en la Colonia Roma, la calle de Ámsterdam, que en opinión de los organizadores era el lugar propicio para esta acción conjunta por la asociación simbólica y necesaria con esa ciudad europea que desde los años 1970 es la capital mundial de la despenalización de la marihuana y ha implantado una política permisiva. Los vecinos vieron con extrañeza a los marihuanos  de otras partes de la ciudad marchar por todo el circulo que forma esta típica calle romana, haciendo varias paradas informativas sobre la cuestión jurídica de la prohibición, quizás les molestaba el olor a tortilla quemada, el petatazo, de las pequeñas nubes de humo blanco que desprendía el pequeño contingente en todo su recorrido.

Pero muy pronto percibieron que los marihuanos eran pacíficos, traían música y varios de ellos consumían panes con marihuana. Les sorprendió más que esos marihuanos no rompían cristales de comercios, ni ultrajaban a las mujeres ni violentaban a los ciudadanos decentes como los habían educado los medios de comunicación por décadas de prohibición.
UNA REVOLUCIÓN PSICOACTIVA Y JUARISTA
Y los marihuanos aprendían ese día memorable que se puede luchar por la despenalización de las drogas desde el terreno de la ciudadanía organizada, no mediatizada o neutralizada por los partidos políticos, en una ciudad democrática como la Ciudad de México.

Pienso que la primera marcha por el Día Mundial de la Liberación de la Marihuana comenzó una revolución psicoactiva y juarista en México. Si el mítico Juárez dejo de pastorear borregos para elegir educación para salir de la “estúpida miseria” a la que estaba condenado como indígena, los consumidores del siglo XXI se ciudadanizan para acabar con la “estúpida prohibición de drogas” que los condena a la exclusión social. Juárez dejo de ser indígena para convertirse en ciudadano y con la Reforma buscar el progreso social en una sociedad secular moderna; los marihuanos marginales, trasgresores de la ley, contestatarios del sistema se convierten en ciudadanos psicoactivos para iniciar la Reforma en política  de drogas incluyente, que tome en cuenta su opinión. Si Juárez logro con el tiempo y tenacidad sus aspiraciones como ciudadano moderno, también los cannábicos del siglo XXI lo conseguirán, la lucha es larga y es mucha, como dice el tango, pero lograran reformar las leyes prohibicionistas. Hay que evitar las tendencias tiránicas de Juárez, porque esas prácticas políticas son ajenas al espíritu de tolerancia, pluralidad y diversidad que promueve la cultura cannábica.

Este día memorable, repito, cambio el escenario de la cultura de las drogas en la ciudad de México, aparecieron los ciudadanos psicoactivos del siglo XXI. La demostración colectiva, pública y pacifica duro unas horas, finalizo con  mensajes informativos de los organizadores. Me fui con mis camaradas de La Guillotina a festejar la primera Marcha por la Liberación de la Marihuana bastante satisfecho de ser testigo de la revolución pacífica, festiva y lúdica de largo plazo con lo que dio inicio la modificación de las leyes prohibicionistas discriminatorias de drogas en México.


* Redactor del Primer Manifiesto Pacheco en 1985; director de la Gaceta Cannábica, publicación cultural de la planta amiga desde 2005, autor de La disipada historia de la marihuana en México 1492-2010, de Disidencia psicoactiva. Movimiento Cannábico Mexicano 2000-2010 editados por Eterno Femenino Ediciones, promotor infatigable de la liberación de la Planta amiga.

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